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Palabras del "señor cura"

Palabras del "señor cura"

Mis queridos maulinos...

miércoles, 30 de mayo de 2007

El libro


EL LIBRO

El libro original está conformado por tres partes, de las cuales rescataremos sólo la primera debido a la imposibilidad de reproducir los gráficos y dibujos de la segunda y tercera, ya que la edición que tenemos a la vista es sólo de discreta calidad artesanal.

La primera parte está dedicada al estudio de la estructura urbana de Curanipe, desde sus inicios hasta la actualidad, descubriendo por medio de las historias contadas por diversos personajes de la comuna, el cómo ha crecido el pueblo y cómo influyó en éste “el puerto” y la actividad generada a su alrededor; destacando asimismo el hecho de que a través de la acción directa y tenaz de los vecinos se lograron los principales avances en infraestructura pública, como tener luz eléctrica en los años cincuenta, también caminos en los sesentas o una antena para ver televisión en los setentas. También no deja de ser notable observar cómo muchos de los veraneantes que algún día vinieron de paso se han establecido aquí enriqueciendo con su aporte a la cultura viviente de la zona.

Prólogo


“RECONSTRUYENDO LA HISTORIA DE LA COMUNA DE PELLUHUE A TRAVÉS DE SU GENTE”


PRÓLOGO

Todo pueblo tiene una historia que contarnos, algunas veces en forma de canciones, otras a través de poemas, de cuentos y de historias que van pasando de persona en persona y de generación en generación. Aunque pasen los años estarán allí dispuestos y disponibles para aprender de ellos, para aprovechar la experiencia vital de los que se fueron.

Sucede parecido con la arquitectura de nuestra tierra: casas y edificios nos dan cuenta de las formas de vida del pasado: sus adobes, las vigas y pilares, los ladrillos de los corredores, los zaguanes, las habitaciones, las cocinas y comedores son el reflejo del hacer y vivir cotidiano de sus habitantes y de su entorno, en última instancia de nuestra cultura tradicional chilena.

Es por esto que en este libro hemos reunido historias de vecinos y veraneantes de la comuna de Pelluhue y de sus poblados, las que nos permitirán entender cómo en el transcurso de varios siglos se han sucedido las cosas, desde los años en que el foco principal de la actual comuna era “el puerto de Curanipe” y todo el ajetreo social y comercial giraba en torno suyo, hasta nuestros días en que la principal actividad visible es el turismo y en donde cada verano llegan más y más visitantes esperando disfrutar de los hermosos paisajes y de la amabilidad de la gente de nuestra tierra.

En estos años han habido innumerables cambios; pero no siempre han sido positivos, muchas veces los costos han sido mayores que los beneficios. Por eso creemos necesario echar mano al pasado y a los recuerdos, no olvidar, para así seguir creciendo en base a la experiencia de los antiguos y sus esfuerzos por la comuna.

Ojalá que los nuevos tiempos no nos encuentren descuidando lo que nuestros abuelos nos legaron, porque así como los faluchos y los grandes navíos se fueron para no regresar, es posible que siguiéndolos en su destino fatal muchos de nuestros lugares, como también ejemplares de nuestra flora y fauna terrestre y marina pasen a ser sólo un buen recuerdo para nuestros nietos, a los que puedan acceder sólo a través de las enciclopedias.

Curanipe ya no es puerto orgulloso en donde fondean los barcos venidos desde Cádiz, Saint Malo y Liverpool, ni Pelluhue es un “lugar de choros”; pero en cambio cada año son más los turistas que vienen desde todo el mundo a “surfear” a nuestras costas y la trilla que cada año se realiza en recuerdo de las que se hicieron por siglos en nuestros campos, es hoy “la más grande del mundo” (1).

Sigamos entonces en la saludable y común costumbre entre los nuestros, sonrientes y contemplando de pie y con la mirada abierta al horizonte, a ese el querido mar, con la Cordillera a nuestras espaldas y con una historia o muchas que contar.

(1) Nelson Leal Bustos, creó durante su período como alcalde a esta fiesta comunal. Siempre vestido de huaso y a la usanza de los hacendados tradicionales, suele mostrarnos su estampa criolla en nuestras calles y en sus viajes por el país.
Hijo de don Froilán Leal y doña Blanca Bustos Reyes, vecinos de Chovellén. Doña Blanca fue directora de la escuela de esa localidad a mediados del siglo XX, escuela que lleva actualmente su nombre.

Antecedentes generales: ubicación y características


ANTECEDENTES GENERALES


UBICACIÓN Y CARACTERÍSTICAS

La comuna de Pelluhe se ubica en la costa de la provincia de Cauquenes, en la VII Región del Maule, entre la Cordillera de la Costa y el Océano Pacífico. Se constituyó oficialmente como comuna -en tiempos actuales- en el año 1982 y cuenta con varias localidades a lo largo y ancho de su geografía: Pueblo Hundido, Mariscadero, Pelluhue, Curanipe, Cerro Verde, Quinta Chile, Pocillas, Tres Esquinas, Cardonal, Mata de Boldo, El Risco, Chovellén, Quilicura, Salto de Agua, Canelillo, Tregualemu y Ramadilla.

Sin duda que esta cantidad de poblados se debe a su realidad geográfica, la que ha determinado el crecimiento y características de la comuna. Los asentamientos principales se ubican en las planicies litorales costeras, los que se conectan hacia el interior con poblados ubicados en las cuencas de esteros y ríos, para finalmente rematar en los poblados interiores ubicados en las faldas de la Cordillera de la Costa. Esta diversidad de escenarios se ve reflejada en las muchas actividades desarrolladas en la comuna, las que incluyen faenas agrícolas, explotaciones forestales y pesca artesanal, sin olvidar la cada vez más importante industria del turismo.

Los tiempos legendarios

Fotografía El Maucho.cl
LOS TIEMPOS LEGENDARIOS

Sin embargo como telón de fondo de las actividades contemporáneas, todavía permanecen presentes en el sentir de nuestra gente los tiempos en que Curanipe fue un importante puerto de la zona centro-sur; puerto en donde se quedaron para siempre muchos de los navegantes irlandeses e ingleses una vez fueron naufragados sus barcos, entre algunos “el capitán Cornish”, llamado así debido a que “tal vez fue capitán de uno de éstos”.

"Los "colorados" (y otros no tanto)

Fotografía El Maucho.cl
“LOS COLORADOS” (y otros no tanto)

Antonio Enrique Cornish, fue ciertamente un empleado de la Bodega Hambroock quien vivió hasta su muerte en la esquina noreste de la calle Comercio y la que lleva su nombre; según el padre Jofré Rojas “por haber vivido en una de sus esquinas, ya que en Curanipe no fue un hombre sobresaliente” y entre otros muchos el marino Fleitt, padre de las “viejas Fleittes” según solían decir picarones los niños, hoy bisabuelos.

Otros descendientes de anónimos “colorados” que siguieron viaje dejando atrás su semilla, ignorantes de su origen suelen verse comúnmente entre nosotros, de repente sin saber cómo su pelo rojo y ojos claros se aparecieron en un sobrino, en algún hermano o en nuestros abuelos y muy comúnmente en los montañeses de los alrededores.

“Curanipe, la tierra de los hombres rubios”, tituló el periodista a una entrevista hecha por el diario El Mercurio al padre Jofré Rojas por allá por los años 70; sin embargo no debemos olvidar que en las bodegas de los barcos, paleando carbón y habiendo ganado pasaje hacia América con su trabajo, también llegaron muchos de otros orígenes como italianos, alemanes, españoles, franceses y algunos “turcos”, entre éstos “el recordado y cariñoso “Cheperuca” Mohr, quien tuvo su tienda con “beinetas” en Curanipe y luego en Chanco”.

La arquitectura

Chanco
(corredores)
LA ARQUITECTURA

La tradicional expresión de la arquitectura colonial chilena, nacida de la mezcla de elementos españoles (en especial andaluces), con otros propios de la cultura mapuche, fue capaz de generar en la zona central de Chile espacios y formas únicas, capaces de responder a las condiciones impuestas por el medio ambiente, encontrando en la comuna de Pelluhue una respuesta propia y característica.

La arquitectura colonial con singulares valores espaciales, volumétricos y formales, vivió un desarrollo constante desde la Conquista hasta comienzos del siglo XX; pero el cambio en las formas de vida impuesto por la era industrial en la población y sobre todo la migración campo-ciudad, llevó al olvido a este patrimonio existente, pleno de calma y amplitud, dando paso a nuevas formas arquitectónicas más prácticas pero frías y fuera del contexto cultural en que fueron impuestas.

Éste es el caso de nuestras construcciones, conviven las unas y las otras, desafiando el viento norte del invierno, sus temporales y a la prueba del tiempo.

“Nunca me olvidaré hombre, de las ventanitas que existían en las antiguas casas de los campos cuando recién llegué por acá, un ventanuco de 25 por 25 centímetros, el que se cubría con una piedra grandota, sólo lo justo para sacar el trabuco y disparar, de seguro que ningún montonero podía entrar por ellas. No hay que olvidar que las montoneras hacían desastres en los campos de Cauquenes...¿tu antepasado no se vino de Coronel de Maule a Curanipe después de una última asonada a su casa que casi les costó la vida, cansado del desbarajuste?”

De conversaciones con el “Señor Cura”.


LA TIPOLOGÍA ARQUITECTÓNICA COLONIAL

Uno puede reconocer esta arquitectura tradicional chilena en diferentes pueblos y localidades de la zona central; sus techos de tejas de arcilla, sus muros de adobe o los corredores con aleros donde se puede descansar del sol y resguardarse de la lluvia son elementos distinguibles e infaltables.

La arquitectura colonial es simple . No sólo se caracteriza por la forma externa o por los elementos que la componen, también lo hace por la especial y calma manera de vivir dentro de ellas, el habitar en familia, con sus costumbres y modo de vida, todo se ve reflejado en la forma en que van teniendo las casas. Estas van creciendo de generación en generación, en armonía con el clima y con sus habitantes, de una manera espontánea, adaptándose a su geografía a través de la organización de tres tipos de espacios: los patios, los corredores y las habitaciones.

Existen otros elementos capaces de expresar el espíritu de la vivienda colonial, reflejo del modo de vida de sus habitantes, como son sus balcones, las ventanas de madera, los zaguanes, los pilares, los emparronados, los aleros y los diferentes diseños y motivos de las puertas.

La generación del asentamiento


LA GENERACIÓN DEL ASENTAMIENTO

Curanipe nació en torno al río del mismo nombre, el que antiguamente se conocía como río La Dama.

Surgió nuestro pueblo como un conjunto disperso de casas entre el Camino Viejo y la playa. Su calidad de puerto condujo a que al asentamiento español ubicado en el lado norte, el que en sus orígenes primeros data de tiempos pre-hispánicos, se agregara en tiempos más recientes de la república un nuevo polo de desarrollo junto a la rada y al estero El Parrón, esto condujo al crecimiento físico y económico del pueblo, extendiéndose en sentido norte-sur a lo largo de la calle del Comercio.

Tenemos así que Curanipe se estableció en tiempos modernos del siglo XIX y XX entre río y río. Por la costa y por el norte se ubicaron de a pocos las casas de los veraneantes, mientras que hacia el llamado hoy día Camino Viejo y por el río el molino de los hermanos Serdio, el que aprovechaba sus aguas para funcionar. En el centro y por la calle Comercio se desarrollaba la actividad mercantil (de allí su nombre) y por el borde costero se ubicaban los astilleros y las bodegas, siendo éstas el alma de la actividad portuaria. Por el sur, en donde hoy está el camping municipal e infinidad de construcciones destinadas como residencias de veraneo de organizaciones y servicios públicos varios, había una gran cervecería, la que exportaba sus productos a través del mar.

Así se realizaba la vida en Curanipe, en “el Puerto de Curanipe”.

-“Hace algunos años y caminando por la playa un poco al sur encontré unos conchales, seguramente eran de la gente india que había por acá. Al parecer deben haber sido mucha cantidad de conchas marinas, porque luego la gente aprovechó de éstas usándolas para fabricar cal en hornos por allí mismo..¿los conoces?”

- “Si Señor Cura, los he visto.. Siempre vamos a jugar con mis primos por esos lados.”

- “Pobre gente, los españoles los pasaron a todos a cuchillo, sólo algunos pudieron salvarse y entre éstos hubo los que pasaron a formar parte de las familias de aquí, incluso a algunos se les concedió el Don por parte del rey... Famoso fue el cacique Minchelef”

De conversaciones con el “Señor Cura”.

El Puerto de Curanipe

El Fundador
Estudio para un monumento a Juan Jufré. Yeso. dim.: 68 cm.
Casa del Artista, Mendoza, Argentina
.
EL PUERTO DE CURANIPE

Curanipe fue habilitado oficialmente el 2 de mayo de 1850 para la extracción de cereales, frutos y maderas en especial; ya en 1852 se estableció como poblado y en el año 1854 regularizó sus calles. En el año 1871 vivían 1178 personas en el pueblo y no menos de 4000 personas conformaban la parroquia. Sin embargo, su existencia histórica data de la época de la Colonia, siendo puerto español con una importante actividad comercial de almacenamiento e intercambio.

“EN EL CAMINO DEL REY”

“¿Te fijaste hombre en que el viejecito se refirió al camino como “el camino del rey”? Por acá todavía hay mucha gente que ni se entera que el rey se fue hace mucho, pero mucho tiempo...”
De conversaciones con el “Señor Cura”.

En una crónica del año 1600 se dice que en tiempos del gobernador Dn. Alonso de Rivera, el soldado español Juan Leal de Guevara recibió como premio por sus servicios 1000 cuadras de tierra en Curanipe. Hoy sus descendientes se cuentan por miles y todos los curanipeños llevamos por una línea u otra algunas gotas de su sangre.

Algo similar ocurrió con Dn. Jacinto de la Vega y Montero, quien recibió de sus antepasados los Montero de Amaya y Zúñiga-Arista, en los inicios de 1700 herencias de tierras en Curanipe conseguidas por sus mayores en tiempos de la Conquista.

Dn. Jacinto de la Vega y Montero falleció en nuestro pueblo el 28 de agosto de 1777. Se ve hoy en día a sus muchos descendientes desparramados por toda la provincia, siendo el apellido Vega o de la Vega uno de los más tradicionales entre nuestra gente y como sucede con los Leal, no hay familia que no lo tenga por antecesor en alguna proporción.

Con respecto a la familia materna de Dn. Jacinto, podemos decir que los Zúñiga-Arista entroncaban con los conquistadores Juan Jufré y Francisco de Aguirre a través de su nieta en común Candia de Aguirre y Jufré.

UN GRAN Y ESFORZADO ESPAÑOL

En aquellos lejanos tiempos don Juan Jufré inició la construcción de barcos en sus astilleros de Constitución (Nueva Bilbao de Gardoki), algunos kilómetros más al norte de Curanipe, también levanto molinos y plantó las primeras viñas en nuestro país, fundó asimismo ciudades en lo que hoy es Argentina y realizó una incansable labor de civilización y conquista hasta su muerte. De él dice el historiador Francisco Encina:

“..esforzado capitán de la conquista desde su llegada con Pedro de Valdivia, había sido un verdadero señor feudal en la zona del Mataquito al Maule, además de hombre de empresa, fundador del molino en el San Cristóbal y de una fabrica de tejidos en Peteroa.”

“Yo mismo soy descendiente de las ramas nortinas de don Juan Jufré de Loayza y Montesa, parece ser que tuvo decenas de hijos e hijas por donde anduvo, seguramente vuelto de Argentina pasó por allá por mi tierra... Aunque era tan movedizo y empeñoso que también estuvo por acá con sus astilleros.” (...) “Mi familia es de Ovalle y el apellido pasó de Jufré a Jofré, también son de los nuestros los Cofré, porque algunos curas por sordos escuchaban mal el nombre y lo anotaban así en las inscripciones”. (...) También hay otros Jofré; pero esos son de los piratas franceses de 1700 que llegaron por el antiguo puerto de Concepción en donde hoy se encuentra Penco y por acá...” (...) “Recalaban en Las Malvinas y seguían viaje al Oriente... en verdad para nosotros al Occidente...”De conversaciones con el “Señor Cura”.

DE EUROPA CON AMOR

A Curanipe llegaban barcos provenientes de diferentes partes del planeta, al principio españoles, luego franceses en el comercio francés del siglo XVIII; luego vinieron de Irlanda e Inglaterra, desde donde se traía todo lo que necesitaban los vecinos en su vida diaria: loza, ollas, calzado, vestuario, géneros, algodón, sillas de viena, mesas, muebles, instrumentos musicales incluidos pianos, herramientas y de un cuánto hay.

Por otra parte desde nuestro pueblo zarpaban los buques cargados de trigo, harina, lentejas y productos agrícolas de la zona y posteriormente cerveza. Los buques anclaban mar adentro, por lo que los faluchos eran los encargados de acarrear la mercadería desde y hacia la costa, trasladándose ésta desde las bodegas hasta la orilla en unos pequeños carros sobre rieles parecidos a los usados en la minería. Entre los años 1888 y 1905 llegaron según los datos oficiales un total de 54 barcos al puerto; pero es muy probable que hayan llegado muchos otros de los cuales no ha quedado registro.

Durante esos años, todo giraba en torno a la actividad portuaria, desde los astilleros con la construcción de faluchos, los molinos y el bodegaje de trigo y cereales, hasta la fabricación de cerveza. Era Curanipe puerto bullente de vida en donde las familias compraban las últimas novedades de Europa a los barcos que llegaban.

No era raro ver a nuestras abuelas y abuelos disfrutando del sol y del mar, vestidos con los últimos modelos de “trajes de baño que se usaban en Europa”, costumbre inusual en tiempos de un Chile más bien pacato y tradicionalista.

Los faluchos salían cargados de productos hasta El Callao y Mollendo en Perú, e incluso se afirma que fueron hasta San Francisco,USA, durante la fiebre del oro.

Pero el esplendor no duró para siempre, pues cuando hizo su aparición el ferrocarril, el que comenzó a pasar por Parral en 1873, se llevó la preferencia de los embarques agrícolas mediterráneos.

Se debe considerar que hasta ese momento el camino de Santiago a Concepción pasaba por Cauquenes (la capital de la provincia), de modo que la mayoría de las grandes ciudades como Parral, Linares, Talca y Chillán se surtían por las mercaderías que entraban por Curanipe pasando por Cauquenes.

Una vez fue construido el ferrocarril -el que corría por el centro del país- Cauquenes quedó a trasmano, pues de manera práctica se hizo que el camino carretero de Santiago a Concepción fuera paralelo a la línea férrea.

Finalmente, en el año 1905, en su versión trocha angosta llegó el ferrocarril a Cauquenes y la actividad portuaria murió definitivamente hacia la segunda década del 1900.

Remachó su sentencia de muerte, la inauguración en 1914 del Canal de Panamá, siendo el último barco que recaló en Curanipe el “Valparaíso”.

Relacionados

Veleros Franceses en el Mar del Sur - Fernando Campos Harriet

Los Capitanes de Puerto

LOS CAPITANES DE PUERTO
(Listado textual del padre Jofré Rojas)

José Dolores Carranza, 1871, en ese año tenía el título de Sub-Delegado Terrestre y Marítimo (dependiendo directamente de la gobernación de Chanco).

El faro de la Punta de Pahuil se llama Faro Carranza, es de creer que debido a su iniciativa haya sido instalado en ese lugar, también llamado “Cementerio de barcos”.

Pedro Antonio Filippi, 1875 a 1877, casado con doña Dolores Dagnino.

Diego Soffia, fue capitán de puerto entre los años 1876 a 1878 según lo afirmaba la señorita Humilde Alarcón, telegrafista a fines del siglo XIX. Don Diego pertenecía a la familia dueña de la Bodega González Soffia, casado con doña Lucy Leigh, hija del secretario de bodega don Alfredo Leigh.

Melchor Fleitt Reyes, capitán de puerto desde 1879 al 1901; también fue jefe de correos, el que en esa época estaba ubicado en la casa de la curva en calle Comercio esquina bajada al Puente Blanco, en la vereda sureste.

Rosauro Salas, 1902 a 1907.

Horacio Escobar Venegas, 1907 a 1929. Don Horacio fue el último capitán, ya que en 1920 y durante su período se terminó oficialmente el puerto. Fue casado con la señora Bienvenida Belmar Bustos.

Los Alcaldes de Mar

LOS ALCALDES DE MAR

Heriberto Rivas Novoa, 1929 a 1939. Primer alcalde de mar, también fue inspector municipal del Municipio de Chanco. En su época se construyeron 34 faluchos que fueron vendidos al norte y unos pocos en el sur del país. Fue casado con doña Carmela Bustos Recabarren.

Arsenio Vergara, marino jubilado, 1939 a 1944. Se cuenta que los días domingos y festivos vestía de oficial de marina y llegaba con anticipo a misa, de modo que los fieles, ya sea residentes como veraneantes, a medida que iban llegando se iban percatado de la imponente presencia del jefe naval.

En su época existían tres astilleros que hacían faluchos y de los cuales salieron 16 unidades: el de don Tránsito Recabal, el de don Nemesio Canales Bustos y el de don Abraham Orellana.

Francisco Gómez, ex marino,1944 a 1948. En su tiempo salieron seis faluchos: dos hacia Arica, dos hacia Mollendo (Perú) y dos a Talcahuano en el sur de Chile.
Don Francisco tenía un hermano, quien era lego en el Convento de San Alfonso de Cauquenes.

Jorge Recabal Rivas, 1949 a 1973. Se dedicó a la pesca como socio en los inicios de la pesca con motor. Comprador de algas con destino a Japón. En 1972, durante el gobierno del presidente Allende, fue cuidador por una corta temporada de las Cabañas Populares para veraneo.

En su época salieron a la venta doce faluchos con diversos destinos.”

Los faluchos


LOS FALUCHOS

Durante los años en que la actividad portuaria chilena tuvo su mayor auge, Constitución (Nueva Bilbao de Gardoki) y Curanipe tuvieron un papel protagónico en el desenvolvimiento de esta actividad, puesto que contaban con astilleros para la construcción de embarcaciones menores encargadas de transportar la mercadería de los barcos hacia el puerto y viceversa; estas embarcaciones eran los faluchos, los cuales cumplieron un papel fundamental antes de que se estableciera la mecanización de los puertos.

La construcción de estas embarcaciones era hecha de manera artesanal, con madera de roble maulino que los mismos trabajadores de los astilleros sacaban de los cerros. A pesar de ser un trabajo estrictamente manual, este alcanzó un alto grado de especialización mediante el uso de plantillas de cada pieza, permitiendo una reproducción exacta del prototipo.

Medían los faluchos alrededor de 18 metros de largo por 8 de ancho y tres o cuatro de alto y su construcción tardaba alrededor de tres meses.

LA BOTADURA

La botadura de los faluchos era un gran acontecimiento social en donde todo el pueblo se reunía. La jornada duraba alrededor de dos días. Consistía la acción en que mediante una yunta de cuatro bueyes y unos largos cables de acero, se arrastraba a las embarcaciones hasta posarlas en el agua. Los faluchos se apoyaban en un suelo tableado de madera y se deslizaban sobre polines de troncos de eucaliptus de cuarenta centímetros de diámetro, los cuales le permitían ir avanzando por la playa muy lentamente. Al llegar a la orilla, se demoraba un día en meter el falucho al mar. Al finalizar la botadura con éxito se hacía una gran fiesta en donde todos los vecinos del pueblo comían empanadas y tomaban vino celebrando el feliz acontecimiento.

LA NAVEGACIÓN

Así como se usaba de estas embarcaciones para llevar y traer mercadería hacia y desde la costa y a los barcos, también era común que se navegara en ellos aprovechando el viento sur mediante velámenes que se les proveía para el efecto.

Tenemos así que un falucho era navegado por un capitán traído generalmente de Constitución y cuatro tripulantes que habitualmente trabajaban también en los astilleros. La travesía era siempre una aventura pues no se sabía el cómo estaría el tiempo y si les sería propicio. Muchas veces marejadas o temporales hacían peligrar el viaje que duraba alrededor de doce días hasta Valparaíso, aunque el récord fue de 36 horas con un muy buen viento. Al llegar a puerto un remolcador de Valparaíso tocando sus bocinas partía al encuentro del falucho arrastrándolo a la orilla.

EL COMERCIO

Una vez en tierra comenzaban los trueques: se cambiaban entre otras cosas, huevos, gallinas u objetos traídos desde Curanipe por herramientas y cabos gruesos que no se encontraban en el centro-sur.

FALUCHOS AL PERÚ

Fue también habitual el llevar faluchos hasta el puerto de El Callao. Navegados por valientes vecinos del pueblo quienes se embarcaban en larga travesía y luego llegando sanos y salvos volvían dificultosamente por tierra hasta nuestro pueblo.

Hoy a mayo del 2007, con cerca de noventa años todavía vive entre nosotros el último de esos marinos, don Julio Peñailillo Leal, antiguo pescador a remo, actual agricultor y vecino del pueblo de Pelluhue y quien todavía conserva uno su pasaporte visado en El Callao.

UNA ANTIGUA RELACIÓN FRATERNA

Desde siempre Curanipe tuvo muy cercanas relaciones con Perú, tanto así que en tiempos del puerto algunas familias del pueblo emparentaron con familias de allá y se cuenta que durante la Guerra del Pacífico las naves peruanas solían allegarse hasta nuestro pueblo a reabastecerse de vituallas.

Probablemente una de las únicas calles de Chile que lleva el nombre del Almirante Grau se encuentre en nuestro pueblo, está ubicada justo en donde funcionó la antigua Escuela de Curanipe, de la cual según algunas versiones fue uno de sus primeros directores don Miguel Aylwin Gajardo, el padre del ex presidente Patricio Aylwin Azócar.

Y un hecho curioso, don Alberto Yaya el único ciudadano peruano que hoy vive en la zona, tiene su casa en el casco de la que fue la anteriormente nombrada escuela, casado desde hace muchos años con una hija del pueblo, doña Elena Lepe, tiene hijos y nietos en Chile y en su natal Perú.

NÚMEROS

Desde 1927 a 1952, se construyeron según registros oficiales 83 faluchos.

EL FIN DE LOS “CARPINTEROS DE RIBERA”

Años más tarde se mecanizaron los puertos y no se necesitó construir más embarcaciones, el trabajo de los astilleros en Curanipe terminó y la tradición de la construcción de navíos inaugurada por el conquistador Juan Jufré sólo quedó en el recuerdo de sus pobladores.

Con respecto a las industrias navieras iniciadas en tiempos de la Conquista y posteriores, el historiador don Francisco Encina dice (en la primera mitad del siglo XX):

“...y los astilleros de Concón. El de Antonio Núñez construía, en 1596, una fragata destinada a la carrera del Callao. El de Constitución, que subsiste hasta hoy, lo fundó Juan Jufré, pasando después al poder de los jesuitas, y a él siguieron los de Lirquén, Concepción, Valdivia y Chiloé, capaces de construir no sólo lanchas y botes, sino también buques aptos para hacer el tráfico al Perú.”

Más sobre faluchos maulinos

Valeria Maino

Faluchos al Perú


FALUCHOS AL PERÚ

Fue también habitual el llevar faluchos hasta el puerto de El Callao. Navegados por valientes vecinos del pueblo quienes se embarcaban en larga travesía y luego llegando sanos y salvos volvían dificultosamente por tierra hasta nuestro pueblo.

Hoy a mayo del 2007, con cerca de noventa años todavía vive entre nosotros el último de esos marinos, don Julio Peñailillo Leal, antiguo pescador a remo, actual agricultor y vecino del pueblo de Pelluhue y quien todavía conserva uno su pasaporte visado en El Callao.

UNA ANTIGUA RELACIÓN FRATERNA

Desde siempre Curanipe tuvo muy cercanas relaciones con Perú, tanto así que en tiempos del puerto algunas familias del pueblo emparentaron con familias de allá y se cuenta que durante la Guerra del Pacífico las naves peruanas solían allegarse hasta nuestro pueblo a reabastecerse de vituallas.

Probablemente una de las únicas calles de Chile que lleva el nombre del Almirante Grau se encuentre en nuestro pueblo, está ubicada justo en donde funcionó la antigua Escuela de Curanipe, de la cual según algunas versiones fue uno de sus primeros directores don Miguel Aylwin Gajardo, el padre del ex presidente Patricio Aylwin Azócar.

Y un hecho curioso, don Alberto Yaya el único ciudadano peruano que hoy vive en la zona, tiene su casa en el casco de la que fue la anteriormente nombrada escuela, casado desde hace muchos años con una hija del pueblo, doña Elena Lepe, tiene hijos y nietos en Chile y en su natal Perú.

Desarrollo de Curanipe

Coronel Héctor Poblete, su esposa doña Juan Torres
Ofelia Bustos Muñoz y Juan de Dios Bustos Vega
director de la Escuela de Hombres de Curanipe


DESARROLLO DE CURANIPE

La actividad del puerto atrajo a muchos comerciantes de diferentes lugares del país, los que se establecieron en el pueblo con sus negocios; mientras la gente del pueblo trabaja en la variada infraestructura portuaria, ya sea en los astilleros, en las bodegas o en la cervecería. Así la actividad comercial de a pocos empezó a tomar más importancia; simultáneamente las familias que venían a veranear eran más numerosas cada año, haciendo que el término de la actividad portuaria, alrededor de 1920, no fuese tan dramática para el pueblo, ya que todos fueron encontrando alguna actividad en donde ganarse la vida.

Por esos años, en todos los sitios que en ese entonces llegaban al borde del río junto a la playa (sobre todo en la parte norte), las familias de la zona empezaron a construir sus viviendas, las que fueron una gran influencia para el desarrollo del pueblo. Entre el sector norte y el sur, se consolidó el centro del pueblo: estaba la plaza, había dos hoteles, el casino, el Registro Civil y el Correo, además de la constante actividad comercial. Para rematar a este desarrollo, en el plano superior del borde costero se erguía la parroquia Santo Toribio, la que desde las lomas de Curanipe, dominaba el paisaje, en medio de la cada vez más agitada existencia del pueblo.

-“Oye hombre, ¿no era tu antepasado el cura Mora, quien estuvo a fines del siglo XIX como teniente-cura de la Parroquia?”


-“Si Señor Cura, él venía de Argentina”


-“A ver... busquemos en los listados de curas que estudiaron en Chile en esos años... ¡Mmmmmm!...no está. Entonces quiere decir que llegó a Chile siendo ya cura.”


-“Sí, él era cura y sus hermanos abogados, y mi bisabuela su hermanita era una niña en ese entonces... Cruzaron la cordillera en caravanas de mulas escapando de las revoluciones”


De conversaciones con el “Señor Cura”.

Los pescadores


LOS PESCADORES

En la época en que Curanipe era puerto, en que existían las cinco bodegas y los cinco astilleros, esto generaba trabajo para los hombres del pueblo, sin que nadie se dedicase a la pesca como forma de ganarse la vida. Para ellos era mucho más seguro y mejor remunerado trabajar en estas actividades a partir de los 17 años.

El padre Jofré Rojas anotó en sus apuntes una anécdota en particular para dejar en claro que Curanipe no era un pueblo de pescadores:

“Por la calle van pasando dos hombres con sus herramientas al hombro, pues vuelven de su trabajo en los astilleros- ´¡Esta noche sale pescado señor cura!´ - me dijo uno de ellos y el otro: ´hay veces por carretadas´. Todo esto acontecía en la primera semana de mi permanencia en Curanipe, en enero de 1942...”

Lo que el padre quería dejar en claro, es que sus fieles consideraban común que los pescados saliera solos del mar quedando varados en la playa y así los vecinos los recogían sin un esfuerzo especial.

En Curanipe uno que otro viejo mariscador pescaba con anzuelo y lienza, otros entraban en la Poza en unos botecitos planos y sin quilla llamados “chatas” para calar su red y sacar a los esquivos y deliciosos pejerreyes que no se conseguían de otra manera y de octubre en adelante medio mundo se dedicaba a sacar jaibas mediante unos aros de metal y red llamados “chiguas”, lo que llenaba la orilla de fogatas, ollas y gente comiendo feliz su captura en los atardeceres.

Por contraste en Pelluhue no hubo nunca astilleros; pues entonces, allí sí había desde sus inicios pescadores y buceadores a pulmón.

Agotado el trabajo de construcción naval y necesitando una nueva fuente de subsistencia, un grupo de muchachos depositó sus esperanzas en el mar. La idea ya no era simplemente calar la red o mariscar en las rocas de la orilla, sino ser un auténtico pescador. Este ímpetu se vio acrecentado con la llegada del primer motor de bote de don Jorge Arellano Basagoiti, quien se lo prestó a los hermanos Villaseñor Jara. A partir de allí fueron varios los que se ocuparon de tener motores y redes más modernas, a lo que se sumó la aparición del hilo nylon, dejando de lado los tiradores de lienza o cáñamo. Así, fueron varios los que se sumaron a la actividad pesquera y encontraron en ella una forma de vida, la que fue marcando a generaciones enteras de familias.

El Molino

EL MOLINO

Situado a la entrada del pueblo y cercano al camino a Cauquenes (hoy el Camino Viejo), estaba el molino hidráulico de los tres hermanos Serdio, el cual se movía y funcionaba usando el caudal del río.

Consistían estos establecimientos en un conjunto de edificios, formado por el molino de tres pisos, la bodega de acopio que se encontraba por el frente en la calle principal del pueblo y otras dos grandes casas anexas, una para los administradores y los empleados y otra que era una segunda bodega.

Todo el movimiento fabril y comercial del molino se ubicaba en la ribera norte del río Curanipe, llegando el trigo desde Cauquenes a través del camino y saliendo por la misma vía la harina que abastecía a los cauqueninos.

Por este lado también embarcaban la harina y a veces el trigo, llevándolo por carros de mano sobre rieles hasta un pequeño muelle para su embarque en los barcos.

Una vez fue terminado el negocio de los hermanos Serdio, don Napoleón Trucco Franzani compró todo el conjunto de establecimientos y posteriormente el francés Fernando Seguy hizo edificar allí un chalet, conocido como “El Castillo”, el que fue demolido tras su muerte en 1975.

Las Vacaciones




LAS VACACIONES

A mediados del siglo XIX se allegaban a veranear hasta Curanipe, familias de la sociedad de la región y en especial de Cauquenes, primeramente se venían sus empleados a preparar las casas cerradas durante el invierno y luego llegaban de a pocos los niños y señoras en alegres caravanas de coches con cuatro caballos por el camino de Cauquenes a Chanco.

UN TÍPICO DÍA DE VERANO

Por las mañanas y bien temprano, cargados con sus canastos y en carretas tiradas por bueyes, solían allegarse hasta el pueblo los pobladores de Chovellén. Bien provistos de los frutos de sus huertas y cosechas para vender de casa en casa las verduras frescas, huevos y gallinas, los que siempre eran bienvenidos por las dueñas de casa en esta época con las casas llenas de visitas. El pescado y los mariscos se compraban ahora en la tímidamente naciente caleta, aumentando los exquisitos platos en los almuerzos familiares una vez vueltos los veraneantes de la playa a mediodía.

“Los niños bien peinados sentados a la mesa junto a sus padres, los tíos, los primos y los abuelos, la casa de muros altos como para elevar volantines siempre fresca, el tic-tac del reloj de péndulo Ansonia en la pared, las risas y el abuelo con su vozarrón imponiendo el orden a los niños; por el corredor se escucha venir a la niña de mano y el azafate con el salpicón de lechugas: porotitos verdes, huevo duro, carne en trocitos y mayonesa, afuera el mar rugiendo suavecito en su cálido ronroneo de verano y el cielo celeste en ésta una mañana de verano del 1910...”
Luego una corta siesta y durante las tardes todos a la playa nuevamente, bajo el cobijo de las ramadas construidas para protegerse del viento sur o de lo contrario a los pozones en el río. Otros se iban de paseo a los típicos sitios en las montañas de los alrededores: el Pozo de Oro, El Molino o Salto de Agua o El Risco yendo más lejos y con dormida allá de por medio..

Una vez en bajando el sol era tradicional ir a comprar las últimas novedades al puerto: telas, zapatos, trajes, muebles diversos, sillas de viena y hasta pianos que en carretas se llevaban a las viviendas de las familias.

Pero no todo era trabajo para la gente del pueblo; era tradicional pasear por la calle larga del Comercio, la que bullía de vida, ahí estaban los almacenes y todos, tanto vecinos como veraneantes salían en los atardeceres a caminar y a encontrarse con sus conocidos, para más tarde disfrutar de las veladas en donde se hacían representaciones teatrales y todos cantaban.




Por las noches y en el Hotel Curanipe, propiedad del español Jesús Fonseca (el que estaba ubicado hasta los años setenta en el terreno en donde actualmente se encuentra el edificio de la I. Municipalidad de Pelluhue) muchas familias veraneantes solían reunirse en bailes y eventos que les permitían disfrutar de la vida social una vez los niños quedaban durmiendo en casa junto a las nanas.

Al llegar el domingo, todos a levantarse tempranito y al sentir la última seña para ir a Misa ya en camino a la Iglesia, apurando el paso para encontrar una banca libre, los más antiguos con su reservado reclinatorio no se inmutan. La Misa se inicia y una vez terminada todos de vuelta a su casa, las compras y se viene el almuerzo familiar.

Pasado un rato y si no llueve, sobre el montículo que estaba al final de la calle Comercio al llegar a la curva (en donde hoy se encuentra la casa de los Kostner Rojas y la del diputado Alberto Naudón, q.e.p.d.) y llegados los de la Banda de vuelta de la iglesia, comienza la música a alegrar al pueblo, en el horizonte los grandes buques y los lanchones prosiguen su trabajo de embarque.

Con pequeñas variantes, ésta forma de vida se mantuvo inalterable hasta los años setentas, un Chile que se fue para no volver junto al violento fin de la república.


Nuestro periódico y el primer periodista

NUESTRO PERIÓDICO Y EL PRIMER PERIODISTA

La más grande roca que se encuentra en nuestra playa es la llamada Punta Traraos o Roca de San Pedro, la otra ubicada más al norte es la llamada Roca de la Gaviota.

“La Gaviota” fue el nombre del periódico que en la época del Puerto se editaba quincenalmente. Su director era el “preceptor primario” y regidor don Horacio Escobar Venegas.

Publicaba las noticias regionales, también las ordenanzas municipales y decretos de la misma sobre pago de multas. Se hacía publicaciones sobre compras, ventas y escrituras hechas en la notaría de Chanco, así como de bautizos, matrimonios y los fallecimientos ocurridos en el pueblo. En cada número aparecía un folletín con un fragmento de novela que en su final acotaba “Continuará”, asegurando así el interés de los lectores para comprar el siguiente número. Fue hecho con gran esfuerzo de la gente de esa época y en tiempos modernos nunca hemos podido hacerlo renacer.

La imprenta que lo editaba estaba en la casa ubicada en calle Antonio París esquina de calle Comercio y su dueño era el alcalde de la época, don Cupertino Soto-Aguilar Bustos. La propiedad pertenece actualmente a su nieto el doctor Cupertino Barcos Soto-Aguilar (año 1970).

UNA RESEÑA SOBRE DON HORACIO ESCOBAR VENEGAS

Don Horacio nació en Casablanca, provincia de Valparaíso, alrededor del año 1870. Perteneció al bando balmacedista y llegó a Curanipe a la edad de 21 años, escapando de la revolución de 1891, refugiándose en nuestra tierra por temor a los desmanes y represalias de los vencedores. Durante algún tiempo hasta el presidente Balmaceda fue buscado en Chanco, pues teniendo parientes en el pueblo se le suponía allí oculto.

Don Rolando del Solar fue el que lo trajo en el año 1892 (creo en recuerdo de su benefactor, don Horacio bautizó con el nombre de Rolando a su hijo que fue cura de Chanco al pasar del tiempo).

Una vez en Curanipe, casó en matrimonio con doña Bienvenida Belmar Bustos el 16 de septiembre de 1904. Se empleó de contador en la Bodega de don Juan Hambroock,

En política fue liberal balmacedista, en religión un católico ferviente, como comerciante un loco según la opinión de muchos en el vecindario, ya que se dedicó a plantar pinos y eucaliptus y para mayor jolgorio de la gente los plantaba por miles, en vez de plantar guindos y perales como se suponía era lo correcto en esos años.

El resultado fue evidente, los árboles de día en día iban engrosando sus palos y el mismo don Horacio iba transformándose en “palo grueso”, en cambio los que lo consideraban un demente tenían que conformarse con guindas y muy de vez en cuando con empanadillas de pera.

Tuvo la visión, adelantada a muchos, que las maderas serían un espléndido negocio en este país creciente, donde “el que se casa, casa quiere” y una vez que la tiene hecha viene un terremoto que lo destruye todo y lo único que deja es la firme voluntad de construirse otra.

Dejó a sus herederos 30 cuadras de pinos y eucaliptus de 40 años de edad. El bosque de pinos de Curanipe es posterior a la obra del señor Escobar Venegas. Fue regidor varias veces, acompañando al alcalde don Cupertino Soto-Aguilar Bustos, a don Jaime Simón, a don Gregorio Miranda, a don Rosauro Salas, quienes junto a don Pedro Alarcón (padre de Humilde y Zunilda), con Nicanor Orrego y Delisio Recabarren, completaban el Municipio (actualmente no hay municipalidad (escrito en el año 1966), pues ésta se terminó en la primera administración de don Carlos Ibáñez del Campo).

Don Horacio Escobar Venegas fue periodista, director de “La Gaviota”, periódico del Puerto, de pequeño formato; pero de enorme esfuerzo, ya que hay que recordar que corría el año de 1895, y que hoy mismo con todas las facilidades modernas, no hemos podido publicar ni siquiera un periódico de la mitad de su tamaño. La imprenta funcionaba en la casa del señor alcalde, frente a la actual Plaza (en ese tiempo todavía no la había).

Fue don Horacio profesor primario y muchos de los que ahora comienzan a ser abuelos fueron sus alumnos. Le tocó ejercer su magisterio en los tiempos en que el fisco daba todos los libros y cuadernos y daba hasta la tinta, que muchas veces servía sólo para “embarrar la plana”, lo que podía ser causa de que el señor Escobar Venegas usara de las palmetas que el señor Visitador de Escuelas no dejaba de mandar. Las palmetas eran tablillas con 6 correitas cortas y que servían para castigar a los niños en las manos hasta sacar sangre, pues el lema pedagógico era: “La letra con sangre entra”. Eso no es cuento, sino que algo real ¡cosas de los tiempos!

Don Horacio fue el último capitán de Puerto; el puesto se lo consiguió don Hernando Magallanes, que era un alto jefe de Aduanas de Valparaíso y que a menudo pasaba temporadas en Curanipe. En su recuerdo don Horacio bautizo con su nombre a uno de sus hijos.

Los continuadores de su cargo ya no fueron capitanes, sino que sólo alcaldes de mar. A él le correspondía inscribir a los botes y a pescadores, tramitar la salida de los faluchos maulinos, que llegaban hasta Mollendo en el Perú. El calificaba a los marinos, a sus órdenes estaba el vigía que por medio de una boya verde anunciaba a los barcos que el mar estaba en condiciones para cargar el trigo o las maderas, las lentejas o el carbón que eran los productos que salían con mayor abundancia. El vigía también colocaba una serie de banderolas y de las cuales nadie en el presente ha podido explicarme su uso y significado. Para conocer de cerca las peripecias del mar, él mismo en persona hizo un viaje en lanchón a la vela hasta Valparaíso.

Fue presidente del Comité de Adelantos del Pueblo desde su fundación hasta el año 1949 en que renunció por ceguera y vejez. A él le correspondió hacer realidad una plaza para el pueblo, llevando a efecto el plano ideado por la entonces señorita Aída Ramírez y hoy señora de Sánchez; agradeciendo el obsequio que hiciera don Andrés Seguy al pueblo, de una parte del sitio de su casa para completar el plano.

Su segunda gran obra fue trabajar hasta conseguir una pequeña planta para el alumbrado del pueblo. Un senador de la República, en carta que se conserva en el Archivo del Comité le dice a don Horacio el día 5 de mayo de 1943:

“Veo que Uds. No han hecho un estudio serio de lo que significa una planta eléctrica, cuando creen que con $ 10.000 podrían resolver el problema. Ahora no hay maquinarias ni combustibles para hacerla caminar, de modo que no puede pensarse en resolver ese problema, sino que hay que esperar que termine la guerra”.

Como nadie en el Pueblo le hizo caso a este señor senador, en febrero del siguiente año don Horacio asistió rodeado del pueblo y veraneantes a la bendición de la primera planta eléctrica y la que todavía muchos recuerdan. Supo mover al pueblo y animar a los veraneantes, logrado se juntara la primera cuota, la municipalidad de Chanco puso la otra parte faltante. Nuestro vecino el diputado don Humberto del Río (y luego senador) tomó el asunto como cosa suya (como es su costumbre ciudadana), don Arturo Lavín se valió de la Corporación de Reconstrucción y Auxilios para conseguir el tendido de los cables eléctricos y otra vez don Horacio en conjunto con don Juan de Dios Bustos Vega dieron los postes y después de un año: “la luz fue hecha”.

Éste fue don Horacio Escobar Venegas, político de ideas inamovibles, católico a toda prueba, hombre de visión, periodista, maestro de juventudes, espléndido caricaturista, amigo de todo el pueblo, hasta de los árboles y con ideas modernas a pesar de sus ochenta y tantos años.

Su consejo era “plantar árboles”, él los ponía en su sitio y hasta en los sitios de casas ajenas, que los veraneantes dejaban a su cuidado. Hablaba en forma reposada, suave y solemne y sin manifestar superioridad ni ostentación. De muy buen humor y de una sana y fina ironía.

Jóvenes, he querido leer esta composición literaria sobre un hombre amante de este pueblo. La ocasión es propicia al ver a esta juventud universitaria que, a pesar de no ser del Pueblo, ha querido ofrecer su trabajo desinteresado y dejar su ejemplo, su sudor y la obra de sus manos.

Dígase lo que se quiera, pero esto es un ejemplo para todos. Gente que no tenía nada que ver con nosotros, ha venido hasta aquí para trabajar en nuestro beneficio.

¿Qué nos queda a nosotros? Recordemos a don Horacio Escobar Venegas.

Jóvenes universitarios: muchas gracias, Trabajadores que acompañasteis a estos jóvenes, muchas gracias.

Ustedes ahora, se quedarán invitados por nosotros algunos días para que descansen y tengan ocasión de conocer las bellezas naturales de la región.

Han conocido más la vida, las apreturas, la incomprensión, el trabajo duro de las manos y el cansancio agotador. De seguro les servirá para templarse.

Pero una cosa no podrán ustedes negar, quieren ya a Curanipe y lo querrán aún más, porque la tierra por la que trabajamos y nos esforzamos se ama con más fuerza y desde el corazón.

Samuel Jofré Rojas
Párroco.
*
Discurso leído en la noche de entrega de los trabajos de la Posta de primeros Auxilios edificada por 17 alumnos de la Universidad de Chile el 16 de febrero de 1966, ante el pueblo y veraneantes reunidos en la Plaza.

La Posta de Primeros Auxilios y algunos médicos

Posta Antigua
LA POSTA DE PRIMEROS AUXILIOS

¿Desde cuándo existe en el pueblo la posta de primeros auxilios? Nadie lo recuerda; pero sí que recuerdan que, para la peste de viruela de 1922 y la que fue su último azote en Chile, el doctor Armando Reus y el practicante jubilado del Regimiento Chorrillos don Rafael Escudero Olavaria, quien también tenía una farmacia en el pueblo, eran los que atendían los enfermos. Es de suponer que luego que se creó el Seguro Obrero, hayan formado una posta para atender a todos los asegurados que trabajaban en los astilleros y a los muchos asegurados por cuenta propia que los había hasta en los campos.

En 1941, ciertamente que ya había una posta la que yo mismo conocí. Era del Seguro Obrero y la atendía don Guillermo Suarez Muñoz, hijo de don José y de doña Matilda, casado con la señora Margarita Moreno. Tenían una sola hija, hoy la señora Alicia Suárez de Landeros, quien vive en calle Bulnes 39 de Quillota. Don Guillermo fue un hombre muy ateto y bondadoso; el dinero no le importaba, como que le alegraba mucho el sanar a los enfermos, todavía se le echa de menos. Estuvo en Curanipe hasta 1943 y se trasladó al pueblo de Pinto en donde permaneció hasta su jubilación y en jubilando se radicó en Quillota, el pueblo de sus padres.

En 1944 llegó la señorita practicante Olga Martínez Bilbao y se hizo cargo de la posta de Seguro Obrero. Contrajo matrimonio con el oficial civil de la localidad, don Felipe Retamal Garrido y atendió la Posta hasta 1957, año en que se trasladaron al pueblo de Pocillas. En 1965 enviudó y volvió a Curanipe en 1966. En ese mismo año falleció su señora madre doña Petronila del Carmen Bilbao Vázquez. La señora Olga ya jubilada quiso entonces poner una residencial, la que al estar a trasmano no dio resultados. Compró entonces la residencial Ampuero en Pelluhue, radicándose allí.

Esta señora era notable por sus diagnósticos y muy acertada para obtener la rápida recuperación de los enfermos, sin dudas que si hubiese estudiado medicina no habría sido sólo un médico más, habría sido sin duda una eminencia medica.
A la señora Olga Martínez Bilbao, le siguió en la Posta la señorita Clorinda, señorita que atendió por un corto período.

En 1960 llegó la señorita Elba Orellana, quien tomó la atención. Pronto le compró a la señora veraneante doña Elisa Oviedo viuda de Verdugo su casa habitación de dos pisos y allí funcionó la Posta por algunos años y hoy es la Residencial Embrujo del Mar. La señora Elba ya había contraído matrimonio con el suboficial de Carabineros retirado don Hernán Peralta Varas.

Parece ser que en esta época dejó de ser Posta del Seguro Obrero, pasando al Servicio Nacional de Salud.

EDIFICIO PROPIO

El edificio propio de la posta fue edificado por 17 jóvenes universitarios de Santiago, los que vinieron en el primer año de la administración del presidente Frei, trabajando desde el 21 de enero hasta el 16 de febrero de 1966, fecha de la bendición del edificio. Allí trabajaron:

Jaime Jurgens y Claudio Aránguiz, alumnos de Ingeniería; Sergio González, Hernán Bravo, Hernán Paniagua, Blanca Mardones, Ester Saul, Marcela Fischer, de Odontología; Lilian Meckes, Elíana Núñez, Ebe Bellange, de la Escuela de Bellas Artes; Patricia Fischer, de Pedagogía en Filosofía; Héctor Reyes, de la Escuela de Leyes; Hildo Espinoza de Bioquímica y Luis Aranda y Patricio Valdés, estudiantes secundarios.

La fiesta de los tijerales fue el 8 de febrero de 1966 e invitaron a sus compañeros que trabajaban en el pueblo de Pelluhue construyendo la posta de allí.

La bendición solemne fue el 16 de febrero en la noche, a la que siguió un acto literario-musical, al estilo popular de los actos de la Plaza de la Constitución y sin preparación alguna, a excepción de las invitaciones escritas que se hicieron a todas las familias del pueblo y a los veraneantes.

Este grupo de muchachos tuvo mucha resistencia en un primer momento, pensándose que vendrían a hacer propaganda política, pero ellos no expresaron nunca una sola idea política en favor de un partido.

El párroco Samuel Jofré trabajó casi a diario con ellos, cortando a cada listón de madera 2 pulgadas que equivocadamente traían de más. Los jóvenes carpinteros del pueblo les ayudaron durante unos tres días, costeándoles la gente del Pueblo a estos jóvenes voluntarios estudiantes los alimentos que necesitaban.

Se suponía que regresarían de vuelta a Santiago en un tren que los llevaría gratis a ellos y a toda la juventud universitaria que había hecho trabajos voluntarios de verano en el sur de Chile; pero el pueblo los retuvo por cuatro días más para que descansaran y recorrieran nuestros lugares; se les buscó una persona que les cocinara y se les pagó el pasaje de regreso hasta Santiago.

Don Luis Aurelio Vásquez cobró 50 escudos por el arriendo de su casa para que los jóvenes pernoctaran. El Comité de Adelanto Local que presidía el cura se llevó gran parte de los gastos generados por estos conceptos.

En enero de 1967 se instaló el agua potable en el edificio y la primera practicante que vivió allí fue la señora Elba Orellana de Peralta.

ALGUNOS MÉDICOS QUE NOS ATENDIERON

En 1922, en tiempos de la epidemia de viruela, el doctor Luis Armando Reus.

En 1941, el doctor Benjamín Pedreros Zúñiga, casado con la señora Esperanza Hurtado, vivían en Chanco. Curiosamente el vecindario de allí le consideraba de escasos conocimientos, no era profeta en su tierra; pero es de destacar que era notable para el diagnóstico y terminante para asegurarlo, dando un sin número de razones. El doctor Pedreros era un muy buen médico y en su tiempo aparecieron las sulfas.

En 19xx, el doctor Teobaldo García, de quien los chanquinos dijeron que no era médico sino sólo un practicante, durando muy poco.

Después del doctor García llegó un médico que hacía bañar a todo el mundo antes de examinarlos y a las damas les exigía tan poca ropa que ellas preferían no examinarse. No duró nada, porque no quería estar en un pueblo pequeño como Chanco.

En 1950. El doctor Rubén Turteltaub. Mientras estuvo nombrado para atender a Curanipe nunca dejó de venir desde el lejano Chanco, viajando a veces a caballo por el antiguo camino de Las Lomas. De muy buen corazón para con los pobres y muy acertado en conocer las enfermedades y en tratar a los enfermos. Era un médico de origen judío.

19xx. El doctor Barbano, médico de origen también judío, cirujano, joven, buen médico Debe haber permanecido unos dos años en el Hospital de Chanco.

En 1963. Continuó por un tiempo el doctor Ricardo Valdés, quien era jefe del Hospital de Cauquenes, pero a Curanipe no vino nunca aunque estaba encargado de hacerlo semanalmente. Al escribírsele pidiéndole que viniera, contestó que “al venir perdía mucho tiempo, ya que en el tiempo que duraba el viaje, él podía examinar a muchos enfermos”. Es de hacer notar que en esa época por primera vez atacó en forma muy virulenta la gripe de Hong-Kong y, en un mes, murieron tantos como en un año completo. Habían llegado a Cauquenes vacunas para prevenir este mal y se perdieron muchas porque nadie vino a vacunar. El doctor Valdés es considerado una eminencia médica por la mayoría de la gente.

1970. Doctores Mario Darrigrandi Urrutia y su esposa la doctora Blanca Castro Jiménez. Permanecieron en Chaco dos años. Fueron mal mirados por la Unidad Popular de la época, ya sea por un sindicato formado dentro del Hospital, como también por el gobernador de Chanco, a quien le incomodó que el doctor le hubiese permitido al personal del Hospital asistir por unos momentos a las Festividades de la Virgen de la Candelaria, Patrona de Chanco.

Eran muy buenos médicos, quienes dijeron querer abandonar Chanco debido a querer acercarse a mejores plazas.

1973. Doctor Juan López Opazo, quien estuvo hasta el 15 de junio de 1975, yéndose a hacer un curso a Santiago por tres años.

El Registro Civil

EL REGISTRO CIVIL
(Textual del padre Jofré Rojas)

“La ley de Registro Civil fue creada durante la administración del presidente don Domingo Santa María González.

El libro 1 del Registro de Nacimientos de Curanipe dice en su primera página:

“A virtud de lo dispuesto en los artículos quinto de la ley del diez y siete de julio de mil ochocientos ochenta y cuatro, y del Reglamento del veinticinco de octubre del mismo año, certifico que el presente libro se abre en esta fecha, iniciándose con la inscripción del nacimiento de Juan de Dios Segundo Ríos que llevará el número uno.- Curanipe, febrero 1 de 1885.-Nicéforo Fernández, oficial del Registro Civil.”

OFICIALES CIVILES de la Circunscripción 4, del Registro Civil del departamento de Cauquenes.

1884-1888. Nicéforo Fernández.
Suplentes: Pedro Alarcón, Fernando Verdugo, Alfredo Leigh (1887), Pedro Alarcón, Ramón Silva Pinochet y Horacio Escobar Venegas.

1892-1895. Ramón Silva Pinochet.

1895-1908. Enrique Feliú Gana.
Suplentes: Juan de la Cruz León, Pedro Alarcón, Rosauro Salas, Alfredo Arellano.

1908-1912. Carlos Trucco Franzani.
Suplentes: Milcíades Cortés, Manuel Cortés León, Horacio Escobar Venegas, Rosauro Salas.

1912-1927. Misael Bustos Recabarren (nacido en Curanipe e hijo de Misael y Margarita)

1927-1929. Oficial civil suplente: Horacio Escobar Venegas.
1929-1933. Manuel Emilio Villalón Droguett, caso con doña Georgett Froume Poumeyron.
Suplente: Juan de Dios Bustos Vega.

1933-1935. Ramón Varas Izquierdo.

1935-1943. Carlos Arturo Canales, hijo natural de Napoleón Trucco Franzani y de Mercedes Canales. Nacido en Curanipe; casado con la señora Gabriela Ester Paredes Gómez.

1943-1957. Felipe Retamal Garrido, casado con la señora Olga Martínez Bilbao. Era tenido en gran estima por la gente del pueblo por su buena disposición, falleció en Santiago en 1961.

1957. José Emigdio Hernández, oficial civil suplente, hijo de Roberto Hernández y Videla Vega.

1973. Carlos Arturo Canales Canales.

1973. Simón Recabal Sepúlveda, fue sacado del servicio por haber pertenecido a la Unidad Popular. Fue casado con la señora María Salas Morales.

1973-1983. Nurys Canales Paredes, hija de Carlos Arturo Canales, casada con Sofanor Orellana Leal.

Hasta abril de 1973, la oficina del Registro Civil funcionaba en casa particulares, en donde habitualmente vivía el oficial civil o se arrendaba un local para el efecto.

En abril de 1973, el pueblo hizo entrega a las autoridades de la nueva oficina, el que había sido un edificio municipal, en donde funcionó la segunda planta eléctrica del pueblo.

Los arreglos y reparaciones fueron hechos con fondos de la Junta de Vecinos, que presidía el carabinero retirado don Rogelio Peñailillo Castro. En esa misma ocasión se bendijo el mármol que está al pie del mástil de la Bandera en la Plaza. El hijo de Curanipe don Rolando Escobar Belmar celebró una misa de campaña. Posteriormente los vecinos invitaron a las autoridades a un cóctel en la Residencial El Pacífico, asistiendo el gobernador de Chanco don Armando Verdugo, el capitán de Carabineros don Leoncio Cerda, el intendente del Maule don Serafín Soto, el jefe zonal del Registro Civil de Talca, el oficial civil de Chanco, algunos vecinos de allí, el párroco de Chanco don Rolando Escobar Belmar, el párroco de Curanipe don Samuel Jofré Rojas y no menos de doscientos vecinos del pueblo.”

La Plaza

Calle París esquima Manuel Montt
(vereda noroeste)
Antes de 1938, no había plaza municipal. Los actos patrióticos de la Escuela de Niñas y los de la Escuela de Hombres se hacían en la plazuela que existía frente al Templo Parroquial. También allí, cada año el capitán de Puerto don Melchor Fleitt hacía la Jura de la Bandera, así como la banda del Regimiento Chorrillos primeramente y luego la del Regimiento Valdivia tocaban los domingos a la salida de Misa.

Después de terminar allí, el jefe de la banda, don Luis Domínguez Urra dirigía retretas en una terraza ubicada en donde está la actual casa de los Köstner Rojas.

En el año 1938 se pensó en hacer una plaza y con ese fin nació el Comité de Adelanto Local, siendo su primer presidente don Horacio Escobar Venegas, teniendo el Comité amplio respaldo de los vecinos y veraneantes desde sus inicios.

En ese entonces la calle París -dedicada a don Antonio París Manise- y la que partía en la Iglesia se continuaba desde la intersección con calle Comercio llegando hasta la misma orilla del río, existiendo a su costado sur un sitio fiscal en donde se ubicaba el cuartel de la Policía Municipal y unas viviendas precarias. En buena cuenta se contaba con un sitio pero era éste de condición muy angosta. Se solucionó el problema cuando la señorita Emilia Reyes, tía del matrimonio formado por don Andrés Seguy y doña Marta Reyes, obsequió un sitio, el que queda hoy frente a la casa de Benjamín Seguy completando entonces el terreno faltante, el que sumado a la calle París con su veredas más el terreno fiscal (vecino al Hotel Curanipe) dio las dimensiones requeridas por el proyecto de la plaza.

Debido a que el terreno tenía un gran declive natural, no se pudo hacer otra cosa que no fuera dividirla en tres grandes terrazas unidas por escalones.

El plano fue realizado por la señorita Aída Ramírez, hoy señora de Sánchez.

Hasta el año de 1941, sólo se habían hecho los dos jardines centrales de la primera terraza. Las palmeras fueron obsequiadas por el padre Samuel Jofré Rojas, las que venían en unos pequeños tarros, habiéndole costado ambas $ 30.

Durante muchos años, las ramadas del 18 de septiembre fueron autorizadas para su funcionamiento en la Plaza por la Municipalidad de Chanco, la que era la con autoridad para eso, lo que sólo servía para que los ebrios deterioraran los jardines.

La segunda terraza e inferior se arregló definitivamente en el año 1968, por la Junta de Vecinos que presidía don Domingo Villaseñor Concha. La Junta de Vecinos puso el cemento y el ripio la Municipalidad de Chanco a través de su alcalde don David Minchel, facilitando además los trabajadores a cuenta del Municipio. Una lástima fue que el plano inferior no tuviera correspondencia con el diseño del superior.

En ese mismo año don Domingo Villaseñor, siendo regidor, reunió por medio de donaciones del pueblo los fondos para hacer colocar un mástil metálico para el izamiento de la bandera, el que tuvo un costo de $ 80.000.

El 1ero. De abril de 1973 se adosó a la base del monolito del mástil, una plancha de mármol obsequiada por la Parroquia, grabada gratuitamente por los marmoleros de Cauquenes hermanos De la Hoz, con la inscripción: “1850. Curanipe. Piedra Negra”. No se trata de que Curanipe signifique piedra negra, pues tiene tres traducciones a saber. “pasto en la roca”, “ciruelillo en la roca” y “piedra pequeña ovalada y brillante”. Por eso se quiso prescindir de tan larga traducción y ponerle al Pueblo un nombre representativo del color de sus rocas y de las arenas de sus playas, “Piedra negra”.

En su Plaza o “Parque” como lo llamaron en 1938 se celebran los actos patrióticos: el 2 de mayo el aniversario de la fundación del Pueblo, el 21 de mayo el Combate Naval de Iquique y el 18 de septiembre el día de la Independencia. Se forman en cada ocasión los niños de la Escuela Mixta Nero. 5 en la Plaza misma, quedando los vecinos en la vereda de la calle Comercio, la que queda elevada por estar sobre el plano de ésta.

Allí, los vecinos han visto desarrollarse actos patrióticos, desfiles de un escuadrón del Regimiento de Cauquenes con su banda, desfiles escolares, de los scouts de Chanco, ejercicios de Bomberos de esa misma ciudad, bailes y coros, como el Coro Polifónico de Linares que en 1965 vino a visitarnos con su director el Pbro. Español don Jesús González.

En 1963, don Sixto González, ingeniero civil, segundo jefe nacional de Endesa e hijo del pueblo hizo colocar la postación eléctrica para la iluminación del lugar.

Hasta la fecha los empleados de la Plaza han sido: don René Salas, don Ernesto Troncoso y don Valentín Leal Henríquez.

La Plaza




El agua potable

EL AGUA POTABLE

Antes de 1900 el agua tenía que ser acarreada en barriles desde el río. Las casas más grandes y acomodadas tenían sus propias entradas para carretas, ya sea para entrar leña, carbón y las pipas de agua, las que generalmente estaban adosadas a unos largueros de carreta con sus respectivos ejes y ruedas. Las casas que no tenían esta entrada, acarreaban el agua en baldes y la trasvasijaban a los toneles en el patio. Este acarreo fue un especial negocio para muchos en el Pueblo.

En el 1900 la Municipalidad de Curanipe puso una red de cañerías de hierro de 2 ½ pulgadas. El agua se traía desde una vertiente que existe al pie de los Cerros Pelados a 3 ½ kms. de distancia y se almacenaba en un pequeño estanque que todavía existe debajo de una de las casas de los veraneantes, vecina al Templo Parroquial.

Cuando la cañería se tapaba con el tiempo por el óxido o las hojas de árboles, se taladraba esa cañería matriz en varias partes hasta encontrar la obstrucción y luego se taponeaba el agujero con un trozo de madera.

En el año de 1941 la calle Manuel Montt, la segunda calle paralela a la del Comercio subiendo el cerro quedaba sin agua, porque habiendo veraneantes el consumo se multiplicaba, siendo así que el agua sólo alcanzaba a la parte baja y no para los que vivían en la parte alta.

Una vez terminada la Municipalidad en 1930,el servicio de agua pasó a la Municipalidad de Chanco la que no mejoró el problema. En 1938 y por influencia de los veraneantes, pasó esta vez al servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Cauquenes. En esa época los veraneantes eran más numerosos y se hacían sentir.

En 1952 se cambió la antigua red de hierro por cañerías de rocalit, cobrando el Servicio un pago extra por el nuevo arranque y los materiales de conexión domiciliaria. Además se construyó sobre el cerro de la Iglesia un estanque de 80 mts. cúbicos de capacidad, el que daría más caudal y presión al líquido.

Como los veraneantes seguían aumentando, ya que en 1963 se había hecho el nuevo camino costero y además venían colonias escolares, en 1967 se puso un aplanta elevadora eléctrica para llenar permanentemente el estanque.

En 1970 se construyó uno circular y se puso una matriz de 8 pulgadas de hierro, que pasa por la calle Montt y por la calle Arturo Prat y que va a las cabañas populares de veraneo, las que tienen una capacidad para 600 personas y con 32 servicios higiénicos automáticos.

Desde 1952, año en que mejoró notablemente el servicio de agua potable, los vecinos comenzaron a construir sus servicios higiénicos modernos, de modo que no menos de la cuarta parte de los vecinos cuentan ya con esa comodidad (año 1970).

La cañería municipal antigua la tuvo después Pelluhue por una corta temporada, la que fue dada de baja, siendo cambiada por una nueva.

Hoy en día se depende mucho de la corriente eléctrica, ya que si se corta el suministro, la planta elevadora de agua no lo puede hacer, los baños dejan de funcionar y la panadería de la señora Ernestina Jara Faúndez de la residencial El Pacífico tampoco puede amasar el pan pues estará sin agua, más se suma que la amasadora y los hornos son eléctricos.

El agua siempre ha sido clorada desde que pertenece al Servicio de Agua Potable y Alcantarillado, con una cloración tan bien calculada que rara vez se nota en el té y en las sopas.

Han sido maestros del agua potable:

El maestro Parra, “Parrita”.
Don Samuel Bueño
Don Reinaldo Orellana
Don Gabriel Salas Vega, casado con doña Raquel Henríquez Henríquez

Los caminos y medios de transporte


LOS CAMINOS Y MEDIOS DE TRASPORTE

Antes de 1870, para que los vecinos pudiesen llegar hasta Cauquenes debían tomar el camino que partiendo desde Curanipe pasaba por Las Lomas, bajando luego a Pelluhue y pasar a caballo el estero El Molino y los dos brazos del río El Manzano –el que en la antigüedad se llamaba Pelluco, que significa “agua de la almeja”- y continuando viaje hasta Chanco. Una vez allí tomándose el camino a Molco y atravesando el estero Doña Toribia, se llegaba a Tapihue; luego se seguía el camino para llegar por el frente de donde hoy existe la Población Fernández.

Esa era la ruta regular para los viajeros a caballo, para las carretas y carretones de pasajeros y también para los que traían o llevaban productos desde el Puerto de Curanipe.

Pero en 1870, el intendente del Maule don Antonio Varas de la Barra hace construir el camino de “La Quila” y para ir a Cauquenes entonces debía tomarse el camino a “Las Petacas” (maletas de viaje), se llegaba a continuación al “Agua de las Niñas”, siguiendo hasta Pilén entrando por el “Pueblo del Piojo”hasta legar finalmente a Cauquenes.

LOS CARRETONES

Los más finos y prácticos carruajes de esa época eran los “carretones”; construidos en madera, tenían techumbre de lata, con asientos a lo largo y al frente, ventanas laterales con vidrios y cortinas por dentro, con puertas de dos manos y picaportes ubicadas en la parte trasera y una silla que servía para subir o bajar a los pasajeros. En los aleros llevaban adornos de madera con delicados filigranas.

Entre nuestros más acomodados veraneantes, la señora Claudina Urrutia de Lavín y la señora Petronila Ilufí de Macaya tenían de esta clase de vehículos. El resto de los vecinos viajaban en simples carretas o en caballos, cabalgaduras a las que llevándolas a buen paso llegaban hasta Cauquenes en algunas horas.

-“Oye hombre, ¿y ese caballo viejo que tenía tu tía abuela en su chacra?... ¡Tú no debes ni haberlo conocido pues fue por los años cincuenta y tantos...!”

-“No, no lo conocí; pero sé de la historia, se llamaba “Huacho”, había sido el caballo de mi abuelo cuando jovencito; se lo había regalado su padre don Juan de Dios y cuando llegó a tener más de cuarenta años, viejo y lleno de achaques, “la tía Ofelia” lo mandó a sacrificar para que no sufriera más...”

En 1930 y durante la administración presidencial de don Carlos Ibáñez del Campo, se construyó el camino por “El Corte”, el que unía a Cauquenes con Chanco. El trabajo se evaluó por kilómetros, por lo cual los contratistas -según aseguran algunas versiones- le hicieron muchas curvas para alargarlo y tuvieran entonces mayores ganancias.

Una vez terminó el camino, llegó a Curanipe el primer automóvil (un Ford por supuesto) de propiedad de don Fernando Seguy Boniol.

NUESTROS PRIMEROS CONDUCTORES

Según narraba don Horacio Escobar Venegas, “algunos choferes de los automóviles hacían tan complicado el viaje con sus continuas detenciones, para encender nuevamente el motor en las subidas, girando las manivelas, bajándose de nuevo para reparar alguna cosa”, que ni los aviones de hoy en día lo son tan dificultosos en su manejo.

LOS NUEVOS TIEMPOS

Sin dudas que el camino de “El Corte” fue más corto para transitar con caballos y carretones y sin el peligro de los salteadores, que habían comenzado a operar con sus fechorías en el camino “La Quila”.

LOS MICROBUSES

Con el tiempo, don Omar Casali, vecino de Chanco, compró una micro, -la que al parecer no era muy nueva- la que puso a disposición de los viajeros a Cauquenes, no dejando de ser uno de los grandes adelantos de la época. Así resultaba que los vecinos de Curanipe debían viajar a caballo hasta “El Hundido” y desde allí podían viajar en esta modernidad, mas no cómodos, porque solíamos ir apretujados como sardinas dentro de una lata; pero por lo menos nos allegábamos en un corto tiempo a la capital de la Provincia.

Los que arrendaban caballos en Curanipe para el efecto de alcanzar a la micro, cobraban $ 30 por cada viaje, más $ 3 que cobraba el muchacho que había madrugado acompañando en el anca del caballo al pasajero, volviendo con el animal luego hasta Curanipe.

El muchachito podía comprar con los $ 3, alrededor de 15 panes.

“A MADRUGAR SE HA DICHO”

Para hacer el viaje era necesario levantarse a las 5 de la mañana y recién se regresaba desde Cauquenes pasada la medianoche, salpicados de barro y mojados los pantalones en invierno, envueltos en pesadas mantas de castilla. Tenemos así que era más fácil ir de Cauquenes a Santiago que de Curanipe a Cauquenes.

En 1942 llegó a Chanco proveniente desde Rancagua, don Francisco González con uno su espléndido servicio de buses nuevos. Sostenía que a veces el concesionario perdía dinero en el negocio del transporte; pero que lo importante era dar un buen servicio a los clientes; como le sucedió una vez cuando un temporal cortó el puente de “El Paso de las Maderas”.

Viéndose en esas circunstancias “Don Panchito” como le llamaba la gente, como siempre seguía llevando a diario a sus pasajeros de la región hasta Cauquenes; pero llegando con sus buses sólo hasta el puente cortado, pues al otro lado esperaban taxis contratados por su cuenta para llevar a sus vecinos hasta la ciudad y sin cobrar más por esto.

Solía también Don Francisco dar cada año un paseo gratuito a los escolares del pueblo; sin embargo algunos dirigentes chanquinos pensaron que “era una vergüenza que un rancagüino tuviera ese servicio de buses y se llevara las ganancias que debía tenerlas- según ellos- un chanquino”. Poco a poco comenzó una guerra solapada hasta que don Francisco debió marcharse del pueblo.

En 1949, el señor Lutfinki puso una micro desde Pelluhue hasta Cauquenes; pero ésta a menudo tenía fallas y le faltaban los repuestos y los que según decía “no se encontraban en el comercio.”

También don Estanislao Muñoz, desde algunos años antes tenía una micro Chevrolet, la que aunque muy lenta era en cambio segura y nunca conoció panas ni accidentes.

Habiéndose hecho ya el camino desde Curanipe hacia el sur, a la localidad de Cardonal primero y después a Chovellén; en el año 1963 se hizo cargo del recorrido “Chovellén-Curanipe-Chanco-Cauquenes” la empresa Amigo, con muy buenos y modernos buses, los que son revisados continuamente. La empresa es de propiedad de don Blas Amigo y la señora Luisa Leal,vecinos de Pelluhue.

Desde 1964 y sólo en verano, vienen buses desde Santiago, los que tienen su paradero en la Plaza Almagro.

En 1971, 1972, 1973 no vinieron ya más por estar estatizados y sin máquinas; aparecieron nuevamente en 1974.

En 1974 también, llegó un recorrido sólo por el verano de “Cauquenes-Curanipe” por las mañanas, yéndose por las tardes, de propiedad de la Empresa Belmar, recorrido que duró sólo un año.
En 1978 apareció un buen servicio de micros que vienen desde Linares, llamado “Calinpar” (Cauquenes-Linares-Parral), durante el día hacen tres viajes desde Linares a Curanipe y viceversa.

Familia Pastor Mayer-Jullian Pastor


Don José Pastor Rodríguez
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FAMILIA PASTOR MAYER- JULLIAN PASTOR

Es una de las familias veraneantes más antiguas, familia que desciende del matrimonio de don José Pastor Rodríguez y la señora Valentina Mayer Puyol.

Había sido inscrito don José en la Parroquia de San Ildefonso de la ciudad de Granada, perteneciendo al Partido de Onteniente (L 5 matr. Chanco fs. 172 y Libro de Informaciones año 1878-79). A este valenciano el rey Alfonso XIII le había hecho “Vizconde de la Morera”, ya que Morera se llamaba su finca española.

Se cuenta que estando España en gran pobreza de su Caja Real, pidió el rey ayuda a los españoles del mundo. Don José Pastor envió al Rey un cheque en blanco para que su Majestad pusiera la cantidad que estimara conveniente. El Rey giró 200.000 pesetas.
Don José Pastor Rodríguez fue nombrado cónsul de Chile en Valencia en tiempos del rey don Alfonso XIII (año de 1915).

En Cauquenes, don José Pastor era dueño de la tienda La Sultana y que hoy en día (1973) es de don Abraham Noman. Posteriormente llegó a tener un alto puesto en el Banco Español-Chile y, siguiendo en su afición al comercio, importaba el aceite que cosechaba en España. En los tarros en los cuales se envasaba el aceite podía leerse:

“Aceite Extra-Puro de Oliva-El Moro- José Pastor. Onteniente, Valencia, España”. “José Pastor garantiza que este rico aceite es puro de las olivas de su finca “La Morera” Partido de Onteniente, Valencia; debidamente clarificado y lo recomienda a las familias como el más higiénico y propio para la alimentación- José Pastor. Exportador.- Santiago-Valparaíso”.

Para no generar confusiones debemos hacer notar que la Quinta Pastor de Cauquenes no era de don José, sino de su hermano don Ricardo casado con la señora Clementina de Groux.

Los hijos de don José fueron:

Amelia, casada con don Carlos Silva Vildósola, quien fue director de “El Mercurio de Santiago.

Marta, casada con Julio Bertrand Vidal arquitecto y destacado hombre público.


Clara, casada con don Gustavo Jullian Saint Clar, chileno, de abuelos francés y vasco.

José, casado con la señora Adelaida Jofré, fue también cónsul chileno en Valencia. Don José murió durante la Guerra Civil Española en el crucero Baleares, bombardeado por los republicanos.

La Pila Bautismal del Templo Parroquial de Curanipe fue regalada por don José Pastor Rodríguez en recuerdo del bautizo de su hijo José. La pila es de 75 cms. de diámetro y de 1.20 mts. de alto, dice:

“Recuerdo del Bautismo de José Pastor y Mayer. 14 de febrero de 1898”.

Don José Pastor Rodríguez, era gran admirador de Curanipe, haciendo viajes directamente desde España hasta Curanipe.


Don José fue de los antiguos veraneantes desde los tiempos del Puerto, antes de 1900. Él regaló los escaños de hierro y madera para el jardín de la Iglesia; pero el cura de la época don Buenaventura Hernández consideró que esos escaños se iban a destruir a la intemperie y los entró al templo, desde donde ya no habrían de salir más. En 1950 se le puso a cada banco, una tablilla para arrodillarse.

Posteriormente, don José dio al Templo el altar estilo gótico de su Santo Patrono y la imagen de san José, la que destruyó el terremoto del 24 de enero de 1939. La hija de don José, la señora Clara Pastor la mandó a reparar a Santiago; pero la casa entendida en yesos la vendió sin entregar razones de eso nunca más. El matrimonio formado por don Heriberto Rivas y la señora Carmela Bustos, vecinos de Curanipe, obsequiaron la actual imagen de san José.

De los hijos de don José, los más asiduos visitantes de Curanipe fueron Clara, Marta y José.

ARBOL GENEALÓGICO FAMILIA PASTOR /Jullian Pastor

DAMIÁN PASTOR c/c ISABEL JOVER DE TIBI, 10 DE SET. 1568

MATÍAS PASTOR c/c ÁNGELA RUIPÉREZ, 2 DE MARZO 1614

LUIS PASTOR R . c/c ISABEL BERENGUER VERDÚ, 3 DE FEBRERO 1636

DAMIÁN PASTOR B . c/c CLARA MARÍA ESPÍ, 9 DE ENERO 1661

FRANCISCO PASTOR M . c/c JUANA ÁNGELA ABAD, 2 DE FEB.---1701

ANTONIO PASTOR A . c/c OSEFA SANTOJA GISBERT, 28 DE SET .

LUIS PASTOR S . c/c TERESA TORREGOSA OLCINA, 3 DE NOV 1757

ANTONIO PASTOR T . c/c MARGARITA MONTÓ GISBERT, 7 DE ENERO 1804

JOSÉ PASTOR M . c/c MARÍA DE LOS DOLORES RODRIGUEZ, 5 DE NOV . 1844

JOSÉ PASTOR Y RODRIGUEZ c/c VALENTINA MAYER, 14 DE FEBRERO 1882

CLARA PASTOR MAYER c/c GUSTAVO JULLIAN SAINT CLAR


FAMILIA JULLIAN PASTOR

La señora Clara Pastor era casada, como ya dije, con Gustavo Jullian Saint Clar e hijos suyos fueron:

Clara, fallecida soltera en 1933, a la edad de 19 años.

Gustavo, casado con doña Adriana Torres Gándara. Fue marino, capitán de navío, y agregado naval en la Embajada de Chile en Lima. Falleció en Santiago el 10 de enero de 1975.

El diario El Mercurio del 11 de enero de 1975 decía:

“En el pensionado del Hospital de la Fach, después de corta y penosa enfermedad, dejó de existir el capitán de navío en retiro don Gustavo Jullián Pastor (q.e.p.d.) El extinto se desempeñaba en la Dirección de Fronteras y Límites del Estado, Ministerio de Relaciones Exteriores, como jefe del Departamento Antártico”. Se le sepultó en el Cementerio General de Santiago después de una Misa en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vitacura.

José, como su hermano fue también marino (eran mellizos), casado con la señora Eliana Finlay. Fue teniente 1ero. y sub-Director de la Escuela de Artillería Naval.

Fernando, casado con la señora Jessie Pope. Agricultor maderero del Maule. Murió en Santiago en el año de 1975.

María Luisa, casada con don Jorge Mira Martínez, quien ha sido gerente de varias firmas nacionales: de Vidrios Planos Lirquén, de Fontaine y Salvo entre otras.

Francisco, casado con la señora Alicia Pérez Charlín, se ha desempeñado como constructor.

Carmen, bautizada por el cardenal español Benlloc en la visita que hizo a Chile por los años 1920. Carmen es casada con don Eduardo Arancibia Frías, arquitecto.

Concepción (“Conchita”), casada con el actual Vizconde de la Morera don Augusto Pastor Jofré. Falleció en España en 1966, traída al Cementerio General de Santiago y sepultada en el mausoleo de don José Pastor Rodríguez.

Gonzalo Gerardo, casado con María Margarita Irigoyen de la Vega. Ha sido agricultor, maderero y comerciante. Actualmente viven en Curanipe, con descendencia su hijo Gonzalo.

DON GUSTAVO JULLIAN SAINT CLAR era ingeniero, siendo con su esposa doña Clara, personas muy cultas; ella hablaba perfectamente el francés y era amiga de la buena música. Cantaban en su casa acompañados de piano y sus hijos habían tenido clases de violín, las que olvidaron con el tiempo.

En lo religioso fueron católicos devotos y benefactores de la Parroquia, obsequiando en el año 1929 el actual Altar Mayor, el que fue hecho en la fábrica de puertas y ventanas que tenían en Santiago. Además obsequiaron un sitio aledaño a la Iglesia, el que sirvió para agrandar el espacio destinado a las actividades del Culto.

Llegaban ambos al pueblo a los finales del Mes de María y se sentaban juntos en el segundo o tercer banco. Nunca perdían la Comunión del Primer Viernes. Era don Gustavo de lento caminar y en Curanipe, se le veía pasear por mañanas o en las tardes con su capa mediana y boina. Clarita en cambio era de andar ágil y ligero.

Encabezaban ellos a las familias veraneantes más cercanas al Pueblo.

En su juventud compraron el fundo Cayurranquil (“seis gramíneas” en mapudungún) que está ubicado al este del límite de la subdelegación, perteneciendo el predio a la circunscripción de Cauquenes, el que fue plantado en gran parte con pinos insignes.

Construyó don Gustavo, un falucho maulino en compañía de don Jesús Fonseca de la Montaña y parece no haberle gustado la experiencia porque fue el primero y el último que hizo.

Enfermando de gravedad, un helicóptero que bajó frente a su casa en la calle Montt de Curanipe, lo condujo hasta Santiago, en donde falleció tiempo después. Clarita, por su parte murió en esa misma ciudad el 29 de septiembre de 1971.

Son ellas personas a las cuales se les extraña en nuestro pueblo en grande manera.


RESEÑA

“Don Gustavo Jullian Saint Clar, industrial y constructor. Padres eran Gustavo Jullian Chessy y Noemí. Nació en Cabildo en 1885. Hizo sus estudios en la Universidad de Chile y en la Universidad de Gantes, Bélgica. Fue socio de la firma constructora Frankee Jullián, propietaria de una fábrica de elaboración de maderas y fabricación de puertas y ventanas. En la Exposición de Santiago de 1930 obtuvo Gran Medalla de Oro, por la construcción de coches de ferrocarriles para pasajeros. Fue socio del Club de la Unión y miembro de la Sociedad de Fomento Fabril (Diccionario Biográfico de Chile, 1950-1952, págs. 654)

Su hermano:

Don Roberto Jullián Sain Clar, nació en Iquique en 1887. Ingeniero con estudios en el Colegio san Ignacio de Santiago y en la Universidad de Gantes, Bélgica, donde se tituló en 1912. Trabajó en las obras del Puerto de Valparaíso. Fue inspector de salitreras con la firma Bruna Sampaio. Ingeniero jefe de la construcción del Puerto de Constitución. Socio de la firma Jullián y Nebel. Esposa Raquel Muñoz. Hijas: María Adriana, Alicia y Ximena (Íbid. Pág.654).
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